martes, 3 de mayo de 2011

El delirio en Sevilla con 'Pitillero'


El Viti gozó de máximo cartel en Sevilla. Tras unas tardes gríses en sus primeras actuaciones, en la Feria de Abril de 1966 se cruzó en su camino 'Pitillero', un toro de Samuel Flores. Ese nació parte parte de una historia

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Con la obra cumbre a Pitillero, Sevilla se revoluciona y el año taurino ya tiene un nombre para apuntar. A nadie pasa inadvertido ese trasteo frente a un toro astifino de pitones, escurrido de carnes y con poca fuerza. Sin embargo derrocha casta y clase desde el principio, aunque costaba mucho mantenerlo en pie, por lo que el matador tiene que aportar algo más y poner esa chispa que, hasta entonces, le faltaba a un toro que a medida que va tomando los vuelos de la muleta iba a más, a más. Y desde ahí, El Viti toreando a cámara lenta, con su empaque y majestuosidad. Mientras, los aficionados sevillanos no daban crédito a aquella maravilla que presenciaban sus ojos y que ya queda para siempre en la despensa de sus recuerdos más bellos, en unos fogonazos de temple, elegancia al arte del toreo. Antes de entrar a matar, con todos los espectadores puestos en pié, Santiago, intenta acabar la faena en la suerte de recibir, pero el toro, agotado, no le ayuda y pincha.

– ¡¡¡Oh, qué pena!!! (Gritan en los tendidos)

Y tras ese pinchazo llega, otro, y otro, y otro, lo que le impide cortar un rabo que ya pedían en los tendidos desde antes de perfilarse para la suerte suprema.

Tras rodar el toro corta una oreja, mientras que la plaza era un hervidero colectivo jaleando a un torero que ya para siempre les robó el corazón. Todo gracias a esa faena que ha sido de las más grandes, importantes y templadas que se han llevado a cabo en el coso del Baratillo, el mismo que desde ese día abre para el salmantino el alma de sus sentimientos de par en par. Aquel año, El Viti, logra el primer trofeo Feria de Abril a la mejor faena, que concede la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Pero sobre todo y eso es lo importante que protagoniza una faena tan memorable que, desde entonces, ha sido un icono para su carrera. Y siempre lo identifica con ella cuando los aficionados hurgan en el recuerdo de Santiago Martín El Viti.

– Llegó en el momento justo. La corrida de toros no estaba ayudando con la excepción de los dos toros míos, que sí valieron. Parecía que todo estaba listo y preparado para que aquel día se me reconociese en Sevilla. Así fue. Emocionalmente lo encajó el público como si estuviesen esperando que aquello sucediese.

Con la alegría del éxito, a lo largo de esa noche, plácida y primaveral, cuando en el ecuador de esa estación es un privilegio pasear por esa capital aromatizada por el azahar de sus naranjos, no se hablaba de otra cosa que del éxito logrado por el torero de Vitigudino. En los cafés de la calle Sierpes, en las terrazas de La Campana, en los colmados del Arenal, en las tabernas de Triana… los grupos de aficionados, siempre con la exageración propia del andaluz, recordaban sus magistrales y templados muletazos. También las gitanas que leen la suerte a los viandantes que se ofrecen, o que venden lotería a los turistas y los lustradores de los cafés, quienes comentaban todos los pormenores con su peculiar gracejo:

– Er de Zalamanca ha toreao zuperió. Ezo no ze vía aquí dezde Bermonte y Pepelui.

– Ozú, mi arma, la que ha liao eze mataor, que ha zacao el ezcobón ná menoz que en La Maeztranza.

Sevilla ya entra para siempre en el corazón de Santiago Martín. Y además si alguien vive con mayor alegría, si cabe, el triunfo, no era otro que Chaves Flores, extraordinario torero y peón de confianza de la cuadrilla de Santiago Martín durante más de tres lustros. Chaves Flores había sido novillero de éxito en sus años jóvenes, en la época que comparte numerosos carteles con El Litri y Julio Aparicio y se le conoce como el tercer hombre, debido a los ecos tan vivos entonces de la magistral película que fue llevada a la pequeña pantalla por Carol Reed, inspirada en la obra escrita por Graham Greene y protagonizada por Joseph Corren y Orson Welles.

2 comentarios:

  1. Paco, genial. Cómo podríamos hacer para poder adquirir este libro y enviarlo a Lima Perú?
    Saludos,

    POCHO PACCINI

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  2. Y qué hay de Pamplona, en los "sanfermines" era un ídolo y aquí se acuño aquel famoso estribillo. ¡¡ El Viti,… el Viti,…… el Viti es cojonudo, con el Viti no hay ninguno.......se lo cantaba todo la plaza al unísono.

    M.A.Coronado "El Choni"

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